Iraburu apuesta por que las universidades sean espacio de “reflexión, convivencia y compromiso” frente a la polarización y enfrentamiento social

La rectora de la Universidad de Navarra apostó por que “la reflexión, la convivencia y el compromiso social sean los ejes que definan el espacio universitario”. María Iraburu destacó que constituyen retos de la universidad en general y de la Universidad de Navarra en particular, frente a los tiempos que vivimos de “fuerte polarización, de afirmaciones simplistas, contrarias a toda reflexión y visión crítica; de enfrentamiento y de posicionamientos ciegos a las necesidades e intereses legítimos de los demás: en definitiva, una atmósfera viciada que puede fracturar la sociedad”. 

Así lo afirmó durante el acto de apertura oficial del curso 2023-24, que ha tenido lugar hoy en el Aula Magna del centro académico y al que han asistido autoridades académicas y civiles, además de profesores y alumnos. Reflexión, convivencia y compromiso social “son metas atractivas y en cierta medida contraculturales y, por tanto, difíciles de alcanzar” y suponen “un estímulo para ejercer la sana rebeldía propia del ámbito universitario, que siempre conviene mantener viva”, afirmó la rectora.

Respecto a la reflexión, señaló que todos estamos necesitados no solo de conocimiento, sino también de sabiduría. “En primer lugar, nuestros estudiantes, que son nuestra razón de ser y que esperan encontrar aquí no solo un entorno de apertura y de respeto, sino de audacia intelectual que permita explorar las grandes cuestiones de la vida humana”. Y también, la sociedad, que no puede prosperar “sin que haya personas que cuestionen los paradigmas imperantes y abran nuevos horizontes que iluminen la acción”.

Convivencia pacífica y plural

El segundo reto, según la profesora Iraburu, es el de la convivencia pacífica y plural: “No sería verdadera convivencia universitaria la que se fundamentara en la homogeneidad de posicionamientos u opiniones, o que fuese el resultado de la atonía o el individualismo. La verdadera convivencia asume y se enriquece con la diversidad y el pluralismo, con el diálogo y la participación”. 

En este sentido, se refirió a la necesidad actual de cultivar y potenciar la salud física y especialmente mental de los jóvenes. “Pienso que no es arriesgado decir que el encuentro entre personas, con la posibilidad de compartir pensamientos, desafíos, alegrías y tristezas es un modo eficaz y muy universitario de responder a esa necesidad”.

Por último, habló del compromiso social. “Es cierto que -como nos gusta recordar a nuestros interlocutores con responsabilidades públicas-, toda la actividad de la Universidad de Navarra, la investigación, la docencia, la asistencia, es una tarea de servicio a las personas y a la sociedad, y ese compromiso se ve reforzado por el hecho de ser una universidad con fin social y sin ánimo de lucro. A la universidad no le compete dar soluciones específicas a los problemas, pero sí contribuir con sus fines propios a la paz, la justicia social y la libertad de todos”. 

“En esta tarea -continuó- las universidades de inspiración cristiana tenemos un rico patrimonio en la llamada “doctrina social de la Iglesia”, un tesoro no siempre conocido que puede iluminar e inspirar tanto a creyentes como a no creyentes”.

Con este discurso, la rectora dio la bienvenida a los nuevos estudiantes, profesores y profesionales que se incorporan a la comunidad académica y también deseó a las instituciones navarras y a sus responsables “una etapa muy fructífera que contribuya -como señaló la presidenta en su toma de posesión- al bien común de las personas y de las instituciones de nuestra Comunidad Foral”.

Al acto asistieron diversas autoridades, entre las que se encontraban María Chivite, presidenta del Gobierno de Navarra; Unai Hualde, presidente del Parlamento de Navarra; Cristina Ibarrola, alcaldesa del Ayuntamiento de Pamplona; Valentín Velasco, delegado en funciones del Gobierno en Navarra; Juan Cruz Cigudosa, consejero de Universidad, Innovación y Transformación Digital; Francisco Pérez, arzobispo de Pamplona y obispo de Tudela; Jaime  Goyena, fiscal superior de Navarra; Joaquín Galve, presidente  del Tribunal Superior de Justicia de Navarra; y el rector de la Universidad Pública de Navarra, Ramón Gonzalo. 

Lección inaugural: la metáfora del espejo

Tras una Misa en el oratorio del edificio Amigos, oficiada por el arzobispo de Pamplona, el acto de apertura se inició con el desfile del cortejo académico, en el que participaron 206 doctores. La parte musical de la Misa y del desfile corrió a cargo del coro del Seminario Internacional Bidasoa. 

Ya en el Aula Magna, la primera intervención corrió a cargo del secretario general, Jesús María Ezponda, quien leyó el resumen de la memoria académica del curso 22-23. A continuación, la profesora de la Facultad Eclesiástica de Filosofía María Jesús Soto fue la encargada de pronunciar la lección inaugural titulada “El espejo roto. Filosofía e identidad”. 

En su discurso, habló de la metáfora del espejo, “que ha sido y es una constante en el pensamiento occidental, así como en la rica tradición oriental, para cuya cultura los espejos están dotados de un gran poder místico”. María Jesús Soto repasó los diversos sentidos sobre la rotura del espejo, desde una perspectiva fenomenológico-literaria, y también filosófica, y destacó que el espejo es, ante todo, un “instrumento de mirada”. Según relató, “aparece a veces como figura del resquebrajamiento del mundo y de la desintegración del yo, e impone la elección entre su reflejo y la realidad”.

Gracias al espejo, explicó la filósofa, el ser humano puede “no solamente descubrir su imagen; sino que también denota su aptitud para tener acceso, más allá de lo visible, a un punto de vista inteligible”. Para la profesora, esto resulta una clave de interpretación para algunos pasajes señalados de la literatura moderno-contemporánea sobre el espejo, como en Blancanieves, de Jacob y Wilhelm Grimm (1812). “En todas las culturas el espejo tiene idéntica función y simbólica: permite verse a uno mismo como es; le permite captarse en la, por así decir, soberanía de su conciencia”, concluyó.  




 

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