La expulsión de la población judía protagoniza la microexposión de abril en el Archivo de Navarra

El clima de prosperidad de las juderías navarras empezó a quebrarse en el siglo XIV, momento en que los sentimientos antijudíos ya eran muy comunes en Europa Occidental, donde ya se había dispuesto su expulsión de, entre otros, de los reinos de Inglaterra y Francia
La expulsión de la población judía protagoniza la microexposión de abril en el Archivo de Navarra

Cuando se cumplen 525 años de la expulsión del Reino de Navarra de la población judía que no aceptara convertirse al cristianismo, ocurrida en 1498, el Archivo Real y General de Navarra dedica su microexposición de abril a exponer al público algunos de los documentos que custodia relacionados con aquel evento. En concreto, se exhibe una ketubá o contrato matrimonial en escritura hebrea, una carta del concejo de Tafalla a la ciudad de Tudela conviniendo la postura ante la llegada a Navarra de judíos expulsados de Castilla o una copia del padrón de los judíos vecinos de Tudela convertidos al cristianismo.

La microexposición '525º Aniversario de la Expulsión de los judíos del Reino de Navarra (1498)' es una muestra de pequeño formato, de acceso libre y gratuito, que permanecerá abierta en la galería baja del Archivo de Navarra todos los días del mes de abril de 10 a 14 horas y de 17 a 20 horas.

LAS ALJAMAS JUDÍAS

La presencia de comunidades judías en Navarra había sido floreciente durante la Edad Media, época en la que recibieron frecuentemente la protección y apoyo de la Corona. De su vitalidad, muy especialmente en el caso de la judería tudelana, la mayor del Reino, son exponente tanto la existencia de figuras de renombre como el escritor y viajero Benjamín de Tudela, como el legado documental hebraico custodiado en el Archivo Real y General de Navarra, entre el que sobresalen varios 'ketubot' (en singular, ketubá), los contratos matrimoniales propios de la religión judía, que se redactaban en escritura hebrea. Precisamente la muestra se abre con la ketubá del enlace entre dos personas judías tudelanas que contrajeron matrimonio en el año 1300, ha informado el Gobierno foral.

El clima de prosperidad de las juderías navarras empezó a quebrarse en el siglo XIV, momento en que los sentimientos antijudíos ya eran muy comunes en Europa Occidental, donde ya se había dispuesto su expulsión de, entre otros, de los reinos de Inglaterra y Francia. En este sentido, en 1328 se documenta el asalto a varias comunidades judías de la merindad de Estella y, así mismo, a fines del siglo XV, en atención a una petición de las Cortes, Gabriel de Albret, lugarteniente general del reino, prohibió a los judíos salir de sus juderías los domingos y días de fiesta religiosa antes del mediodía (la hora de la misa mayor), en lo que puede entenderse como una manera de proteger a esta población de altercados que pudieran sufrir con la población cristiana.

LA EXPULSIÓN DE LA POBLACIÓN JUDÍA

Así las cosas, cuando en 1492 se dispuso la expulsión de Castilla y Aragón de la población judía que no aceptara convertirse, la suerte de los judíos navarros pareció echada. Inicialmente Navarra fue el destino elegido como nuevo hogar por muchos judíos castellanos y aragoneses, pero la enorme influencia política alcanzada por los Reyes Católicos sobre los demás reinos peninsulares, así como el difícil equilibrio político intentado mantener por los reyes navarros entre Francia y Castilla-Aragón, llevó a estos últimos en 1498 a replicar en Navarra, tal y como había hecho en Portugal un año antes el rey Manuel I, la medida de expulsión.

Aunque la disposición de expulsión de los judíos navarros aparentemente no se ha conservado, se tiene noticia cierta de su existencia por un buen número de documentos que se refieren a ella y que permiten deducir tanto su cronología en los primeros meses de 1498, como su autoría por parte de los propios reyes Juan III y Catalina I. Esta medida no sólo puso fin a la longeva y floreciente historia de las comunidades judías en Navarra, sino que, dado que en 1492 medidas similares habían sido dictadas para los judíos residentes en las coronas de Castilla y Aragón y un año antes, en 1497, para los de Portugal, supuso el punto final de la presencia de comunidades hebraicas en los reinos hispánicos, ha añadido el Ejecutivo.

Pese a todo, el grado de arraigo e integración social que tenían los judíos navarros hizo que, al igual que había ocurrido con los judíos de los demás reinos hispánicos, una gran parte de ellos decidiera convertirse al cristianismo para no tener que abandonar su tierra. De este modo, la micromuestra se cierra precisamente con una copia del padrón de judíos vecinos de Tudela convertidos al cristianismo elaborado en 1510. Con todo, a pesar de su conversión para evitar la expulsión del reino, la población judía tuvo que hacer frente a las acusaciones de falsa conversión y de seguir practicando en secreto la fe judía.