"A falta de un eslabón"

Por Alex Tiraplegui Garjon, Comunicador Audiovisual

"A falta de un eslabón"

La vigencia de una de las películas más reseñables del Clint Eastwood como director, Gran Torino (2008), nunca ha sido más notable. “¿Nunca os habéis cruzado con alguien a quien no deberíais haber puteado? Ese soy yo”.  De esta forma, el bueno de Walt, personaje al que el mismo Clint interpreta y ha dado forma sobre los temas que ha tratado a lo largo de su filmografía, expresa estos meses tan convulsos, donde la violencia entre nuestros dirigentes políticos y los medios de comunicación, encienden la mecha en las calles.

Son muchas las narrativas en las que el círculo de la violencia es tratado ya sin paliativos. Cabe recordar el sádico Malcolm McDowell en La Naranja mecánica (1971) o la perturbadora violencia psicológica de Joaquín Phoenix en Te doy mis ojos (2003). Sin embargo, y para lo que nos ocupa, el relato de Walt Kowalski  los hermanos Sue y Tao Vang Lor, en contraposición con la banda de asiáticos que mandan en el barrio es significativa. Más allá del relato de un excombatiente de Vietnam que deberá aprender a convivir en su barrio con inmigrantes asiáticos, subyace la trama del acoso por parte de una banda a sus vecinos. Kowalski tendrá que afrontar los peligros y las acciones que comienzan con el intento de robo de su coche, el gran torino.

La obra se desenvuelve con fluidez, pasa de un acto violento a una respuesta, más violenta, que no hace más que producir algo todavía peor. El desenlace del film, como se puede vislumbrar, es totalmente trágico. Lo que podemos sacar claro de esto, es que el circulo de la violencia se parte con que una de las  fuerzas deje de responder con más demencia. Se trata de romper un eslabón de la cadena, nada más.

Lo mismo podemos decir de las declaraciones, constantes y desairadas, que muchos de los políticos se animan a cada tribuna en la que se suben. La investidura es un traje o una armadura, es la espada o pegamento, es conmigo o contra mí. Parece, como en los discursos de guerra, que todo vale con tal de impedir cualquier tipo de acuerdo. Lo último, poner el acento en pintadas a los establecimientos de diferentes partidos políticos. Esta carrera de fondo por evitar unas segundas elecciones, también se puede vislumbrar, como no, un final trágico. Sólo hay que romper el eslabón. 

El otro día asistí a una charla que una ONG de Pamplona daba sobre sus proyectos en Senegal. Una delicia. En ella, nos contaron sobre un plan a nivel mundial en el que se fomentaba la creación de un cinturón verde para retener el avance del desierto. Sí, yo no lo sabía, el desierto avanza. Quizá como la violencia, a poco, grano a grano, hasta que hace arder el suelo. Quizá nosotros también necesitemos un cinturón parecido, quizá alguien tenga que evitar que esto se propague. Pienso en el cinturón y me relajo. Recuerdo que hace poco compré uno y tengo que hacerle un agujero. No sé por qué, pero siempre me los compro grandes, y no sujetan nada.

 

Por Alex Tiraplegui Garjon, Comunicador Audiovisual