El clásico de Oscar Wilde ‘La importancia de llamarse Ernesto’ este sábado en el Teatro Gayarre

La célebre comedia teatral ambientada en el Londres de  época victoriana sobre una sociedad donde abundan la hipocresía, las apariencias y las dobles  vidas desembarca en el Teatro Gayarre este sábado a las 20:00 horas. 

Silvia Marsó, Pablo Rivero, Ferrán Vilajosana, Paula Jornet, Gemma Brió, Albert Triola y Júlia  Molins protagonizan, a las órdenes de David Selvas, esta adaptación que roza el musical y que  está coproducida por el Teatre Nacional de Catalunya, La Brutal y Bitò Produccions. La propia  Jornet, conocida musicalmente como Pavvla, ha sido la encargada de componer la música  original para este espectáculo que desprende un espíritu moderno sin perder el aroma clásico  y victoriano propio del texto. 

UNA CRÍTICA A LA HIPÓCRITA SOCIEDAD CLASISTA DE LA LONDRES VICTORIANA 

‘La importancia de llamarse Ernesto’ es, quizás, uno de los retratos más ácidos y divertidos que  nunca se han hecho sobre la hipocresía social. Tres meses después de su estreno el 14 de  febrero de 1895, la gloriosa trayectoria de Oscar Wilde, quien por aquel entonces se había  convertido en una presencia casi constante en los escenarios londinenses, quedó arruinada  repentinamente con la condena a dos años de prisión y trabajos forzosos por “cometer actos de  grosera indecencia con otros varones”, según la sentencia. Un golpe del que no se llegaría a recuperar muriendo en París en el exilio, en soledad y bajo un nombre falso cuando tan solo  tenía 46 años.  

La obra que lo encumbró a la excelencia de los grandes autores dramáticos relata la historia de  Jack quien finge llamarse Ernesto con el fin de casarse con Gwendolen, hija de Lady Bracknell,  quien fantasea a su vez con casarse algún día con alguien llamado Ernesto. Lo que no sabe Jack es que el adoptar esa falsa identidad lo llevará a un sin fin de problemas enredados, los cuales  tendrán que ir resolviendo.

El director de la adaptación, David Selvas, destaca la sabiduría dramatúrgica e inteligencia vital  que reflejó el autor en esta obra maestra. “Wilde, con sus réplicas desacomplejadas consigue  que la verdad explote en la cara de los espectadores, que se sienten constantemente  interpelados”, señala. 

El autor nacido en Dublín, transita una gran cantidad de territorios por donde se pasean sus  personajes: el amor, el deseo, los orígenes, el compromiso, la hipocresía, la identidad y, sobre  todo, la libertad. “Un sentimiento que está presente durante toda la función”, subraya Selvas.  “Quizás, la concreción más clara de esta libertad la vemos en dos de los personajes femeninos,  Gwendolen y Cecily, que viven con tanta o más intensidad su vida soñada, que no su vida real.  ¿Dónde están los límites de cada uno de nosotros? ¿Por qué nos autocensuramos? ¿Cómo  podemos llegar a ser, con plenitud, nosotros mismos?”. 

Añade que, como toda obra de arte que resuena a través del tiempo, lo que explica Wilde “está  profundamente ligado al hecho de que esto de existir (que sepamos nosotros) solo pasa una vez  y que nuestra estancia en este mundo solo tiene sentido si llegamos a ser libres”. 

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