‘Bake lehorra (La paz estéril)’, una reflexión desde el teatro sobre los intentos de paz en contextos de guerra

La producción ‘Bake lehorra (La paz estéril)’ visita el Teatro Gayarre este  miércoles (20:00 horas) con una historia, que como define su autor y director Patxo Telleria, está ‘alejada de  la erudición e historicismo para centrarse en lo humano y emocional’.  

El espectáculo protagonizado por Aitor Borobia y Aitor Fernandino, de una hora de duración, se llevará a cabo  en euskera con sobretítulos en castellano. Las entradas pueden adquirirse por 8€ y, en el caso de jóvenes  entre 14 y 30 años que se den de alta de manera gratuita como Gayarre Joven, por 4€.  

UN SUCESO POCO CONOCIDO DE LA HISTORIA CONTEMPORÁNEA  

Esta producción pone el foco en el llamado Convenido de Amorebieta del año 1872, un intento frustrado al  principio de la Segunda Guerra Carlista de alcanzar la paz. Se trata de un acuerdo que no fue del gusto ni de liberales, ni de carlistas. Pocas semanas después, ambos bandos reemprenderían una guerra fraticida y  sangrienta que se prolongaría durante cuatro años más. 

“Ahora que en Europa volvemos a sentir cerca el horror de las bombas, Bake lehorra (La paz estéril nos  cuenta lo fácil que es prender la mecha de la guerra y lo difícil que resulta extinguirla. Que los rescoldos mal  apagados de viejas guerras avivan otras nuevas”, explica Telleria sobre la esencia del montaje. 

La trama, en concreto, nos llevará hasta el 24 de mayo de 1872. En el municipio vizcaíno, el General Serrano y  el Diputado Orúe discuten las condiciones de la paz, en un ambiente de cordialidad diplomática. 

Un poco más abajo en esa pirámide social, al otro lado de la puerta, sendos oficiales de ambos bandos  (carlista y liberal) vigilan la seguridad de los conferenciantes mientras airean su mutuo odio y desprecio. 

Más abajo en la escala social, a pocas leguas de Amorebieta, en un campamento carlista del alto de Morga,  un soldado liberal que ha sido sorprendido haciendo pillaje, está a punto de ser fusilado. 

En ese mismo momento, a pocas leguas de distacia, dos campesinos lloran ante la tumba del hijo de uno de  ellos, un bebé al que ha alcanzado una bala perdida en una escaramuza entre carlistas y liberales. Nadie sabe  de dónde salió la bala. 

Las escenas se intercalan y entrelazan a lo largo del relato. Cuanto más arriba en la escala, mayor el grado  de responsabilidad en la barbarie. Cuanto más abajo, mayor el sufrimiento que ésta provoca. Mayor el  dolor y el resentimiento. 

 


 

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