Opinión

"Semillas de asimilación"

Por Iñigo Otxoa Fernandez,  Aita eta euskaltzalea

Foto de archivp de una concentración de HE Gurasoak para reclamar escuelas infantiles en euskera en Pamplona - HE GURASOAK - Archivo
Foto de archivp de una concentración de HE Gurasoak para reclamar escuelas infantiles en euskera en Pamplona - HE GURASOAK - Archivo
"Semillas de asimilación"

"Existe un único modelo de inmersión en euskera entre las 16 escuelas infantiles de Pamplona gestionadas por el Gobierno y el Ayuntamiento. Otras pocas opciones en euskera se están limitando a modelos mixtos. Estos modelos mezclan las ramas de euskera y castellano en un mismo centro, incluyendo ahora también el inglés, dificultando así la inmersión y la transmisión del euskera. La promoción de modelos mixtos se recoge en el Acuerdo Programático de 2019-2023, sustentado por las fuerzas que apoyan al Gobierno (Apartado 3.1, Punto 32). En el acuerdo también se manifiesta su intención de extenderlo a Primaria y a toda Navarra.

Los ideólogos de los modelos mixtos ni siquiera han desarrollado un proyecto lingüístico, o mejor dicho, existe pero no está escrito, es decir, se permite predominar a la lengua hegemónica y excluir a la minorizada. Arquitectónicamente, los edificios no tienen por qué garantizar la autonomía de cada rama, y en la recepción de las familias, en el funcionamiento interno, etc., el castellano es claramente dominante. A esto hay que añadir que, en la mayoría de los casos, las pedagogías de movimiento libre, Pitkler, etc, tienen prioridad. “Hay que dejar a el/la niño/a por su cuenta”, dejando en un segundo lugar la transmisión de euskera, en vez de buscar la integración de ambas cosas.

Detrás de esta cruel realidad se esconde una nueva estrategia de pinza del “nacionalismo lingüístico” español, llevada a cabo por la rama derecha conocida y por la rama izquierda y progresista autodenominada “no identitaria”. ¿Cuál es su argumentario común? “Ajustar la oferta y demanda de las dos lenguas” por un lado, haciendo uso de esa ley en función de su interés y dejando a media Pamplona sin oferta y negando el derecho al euskera. Y por otro, la promoción del eufemismo “modelo mixto = convivencia”.

Algunos sectores van más allá, más agresivos que nunca, catalogando al euskera como lengua “burguesa” o “privilegiada”. El gran capital, al parecer, utiliza el euskera en lugar del castellano o el inglés… O incluso nos acusan de no aceptar a las comunidades inmigrantes (clases más bajas). Es cierto que la comunidad euskaldun se sitúa sobre todo en las clases medias. Y es cierto que la inmigración, nada más llegar, acuden a aprender la lengua hegemónica por motivos materiales y de trabajo. ¿Acaso alguna vez la política lingüística de esta izquierda ha dado a conocer y promovido el euskera entre estos sectores? En esto no buscarán la equidad, no. ¿Cuál es entonces la lengua privilegiada?

Lo más grave es ver que las fuerzas euskaltzales no hagan frente con la contundencia necesaria a esta estrategia de asimilación. Uxue Barkos respondió recientemente a Aingeru Epaltza: “Estás equivocado, no hemos desistido con el euskera, seguimos trabajando”. Bueno, hace tiempo que los temas elegidos en sus declaraciones y prácticas dejan claro que el euskera no viene siendo su prioridad. Por su parte, Bakartxo Ruiz ensalza “la brecha que entre UPN y PSN se va profundizando” para luego mostrar su “disconformidad” con la política lingüística del PSN. Quizá los partidos euskaltzales deberían buscar buena parte de la razón de esta ofensiva contra el euskera en su excesiva permisividad.

Si las fuerzas euskaltzales no cuidan la esencia del euskera, difícilmente avanzaremos. Si no implantamos medidas para que, dentro de los modelos de euskera, el alumnado vascoparlante mantenga el euskera y no ponemos medios para ayudar a las familias no vascoparlantes, el conocimiento seguirá creciendo, sí, pero seguirá disminuyendo las capacidades de uso y, por tanto, el uso. Y eso ya no es la opinión de este “talibán”, sino, consultad diferentes encuestas sociolingüísticas y diagnósticos, o lo que es peor, esperad a las postpandémicas.

¿Y entonces cuál es nuestro papel? Volver a la base, no veo otra opción. Empujar desde las apymas y agentes euskaltzales, no solo movilizándose a favor de la inmersión, sino promoviendo planes de normalización, haciendo pedagogía, promoviendo el ocio en euskera, desde la ejemplaridad personal por supuesto, o simplemente, disfrutando del euskera. Las personas que trabajan en ello son la esperanza para que no florezcan las semillas de asimilación que hay detrás de la palabra “convivencia”.

Iñigo Otxoa Fernandez, 

Aita eta euskaltzalea