Opinión

"La luz de Fernando Marías"

La escritora Fátima Frutos escribe un emotivo obituario al escritor Fernando Marías, recientemente fallecido
Foto, por Universidad Internacional de Andalucía - Fernando Marías Amondo
Foto, por Universidad Internacional de Andalucía - Fernando Marías Amondo
"La luz de Fernando Marías"

 

Lo más llamativo en Fernando era su luz. Una luz que te traspasaba desde su mirada y te hacía sentir especial. A quienes no hayan tenido la suerte de tratar con Fernando Marías, el ser humano y el escritor, hay que decirles que acudan corriendo a la valentía de sus novelas

“Esta noche moriré” o “La luz prodigiosa”, dos de mis favoritas, pero también a los valores humanos que sustentaban sus personajes, llenos de matices y lucha por la justicia. Poe y Conrad le apasionaban, como él nos hizo apasionarnos con su Vicente Rojo de “Cielo abajo” o “La mujer de las alas grises”, a mi juicio una de sus novelas más feminista, porque él militaba activamente en el feminismo desde que tuvo uso de razón.

Hoy hay un pueblo de Navarra que le llora, Atarrabia, donde fue jurado durante muchos años de su certamen literario más importante. Allí las gentes de la Casa de Cultura, el personal del Ayuntamiento le recibía con el cariño que se le profesa al escritor cercano y lleno de destellos inexplicables y bellos.

Estoy temblando por su pérdida y trato de recodar el ramillete de palabras dulces, de imágenes encantadoras, de momentos difíciles que juntos vivimos: la playa de Gijón al atardecer, las estrellas cautivas en el cielo de Madrid, San Sebastián y aquel paseo por el Palacio de Aiete, las comidas en Samarcanda, las largas conversaciones sobre autores rusos, las películas con tortillas de patatas, las despedidas en Atocha, la vida y tú.

Fernando tiene el don de la afabilidad, hasta contrariado era amable.  Allá donde estaba Fernando Marías sentíamos un confort en el alma, un saber exacto sobre lo bonito de los días. Su gusto por las madrugadas literarias, donde pululaba por la imaginación mientras el resto del mundo dormía, su Bilbao de pasajes y cómics, sus novelas que hoy baño con lágrimas una por una, la entrega a sus amigos, siempre hubo un techo en su casa, un abrazo, una escucha para todos, su caminar sonriente de hombre sin fin. Querido mío, ya sabes que te llevo en los versos y ahí te espero.

Fátima Frutos, 

escritora