Sora y “La contadora de películas”

Parece ser que hemos pasado de que la vida esté hecha de la materia de los sueños, a que la vida esté hecha de la materia de la nueva inteligencia artificial. Sora ha llegado para adelantar, por la derecha y sin intermitente, a los ya conocidos Gemini y Chat GPT. Y, porqué no decirlo, a reinterpretar y esperemos que no a sepultar el aprendizaje transgeneracional.

Como no me gusta aquello de que el tiempo pasado fue mejor, me sujeto en la máxima de Nieves Concostrina de que, simplemente, el tiempo pasado fue anterior. La entrada de la Inteligencia Artificial, a partir de ahora IA, en nuestras vidas, ha traído, ya, avances exponenciales que incidirán en el beneficio directo de nuestras vidas. Sin embargo, y como toda borrachera luego tiene su sambenito en la resaca del día siguiente, no es baladí decir que hay ciertos territorios donde, quizá, la IA muestre un reverso aún no tan exitoso. 

El pensamiento mágico, como una representación de un conocimiento heredado culturalmente desde hace siglos, corre el riesgo de que la imaginación se torne un ejercicio aburrido y denostado. “La vida está hecha de la materia de los sueños”, reza el bardo inmortal, Shakespeare, pero es cierto que, también, la vida está hecha de la materia de las películas, las pinturas, de las demás artes y, sobre todo, de la experiencia personal.

Hernán Rivera Letelier, escritor y poeta chileno, rescata en el libro “La contadora de películas”, la importancia del pensamiento mágico y las narraciones, al estilo de la música de cámara, en pequeños espacios y grupos, basadas en las experiencias. En esta obra, su joven protagonista, María Margarita, se ve abocada a crecer rápido y sin paliativos en el desierto de Atacama en el Chile de 1960, con la lumbre de ser reconocida como la que mejor cuenta películas en su pueblo. 

En esa época, la IA se encontraba a la espera de ser sembrada, mientras que esa materia parecida a la de los sueños, germinaba y florecía cada domingo en una sala para ser proyectada en las pantallas de cine. Sora ha llegado para realizar vídeos hiperrealistas, 4K y demás. Sora nos contará muchas historias que no sabremos si han sido filmadas de verdad o creadas por un ente artificial. María Margarita seguirá llenando el “living” de su casa con niños y niña, padres, madres, ancianos y ancianas, para escuchar, de primera mano y con sentimientos, las películas que no se pueden permitir ir a ver. 

“Contar la vida es como contar un sueño o una película”, afirma nuestra protagonista. Reservar espacios para las pasiones, los sentimientos y pensamientos generacionales, es responsabilidad de la sociedad para organizar los avances de la IA. Poner diques no siempre tiene que ser entendido como aprisionar. La IA ha llegado para quedarse. Ha llegado para contarnos muchas historias, de otras materias, parecidas a las nuestras. 

Cuando a María Margarita, Filiberta, que está a punto de morir, le pide que le interprete la película de Libertad Lamarque, “Besos brujos”, puesto que la recuerda como un amor inolvidable, ésta no la conoce y espera que le cuente más detalles sobre el film. Entonces, María narra lo que Filiberta le cuenta y es “que la escena que más recordaba era cuando Lamarque, bañándose en un bello lago de aguas azules (aunque las películas en esos tiempos eran en blanco y negro, ella describe un lago de aguas azules), cantaba una canción preciosa que se llamaba Como el pajarito”.

Algún día preguntaré a cualquier IA que me cuente alguna escena que yo recuerde de una película cualquiera, y ni siquiera me permitirá que las aguas sean azules, puesto que me lo contará en blanco y negro. 

Alex Tiraplegui Garjón. 

Graduado en Comunicación Audiovisual




 

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