Consejos para prevenir la sobrecarga de la persona cuidadora

Foto de archivo de una persona atendida en el sector de la dependencia. Foto: Ayuntamiento de Pamplona
Foto de archivo de una persona atendida en el sector de la dependencia. Foto: Ayuntamiento de Pamplona
El perfil más frecuente de persona cuidadora es una mujer de mediana edad, casada, familiar directo del paciente y que no recibe ayudas externas
Consejos para prevenir la sobrecarga de la persona cuidadora

El próximo 5 de noviembre se celebra el Día Mundial de las Personas Cuidadoras con el objetivo de concienciar sobre la labor de esta figura y prevenir una sobrecarga de su salud. Como aclara el doctor Julio Maset, médico de Cinfa, “encargarse de los cuidados que requiere un paciente, persona dependiente o de edad avanzada es una responsabilidad que se extiende veinticuatro horas al día, siete días a la semana. Por eso, si no se toman las precauciones necesarias, se busca apoyo para compartir el cuidado y se dedica tiempo a uno/a mismo/a, el cuidador o cuidadora puede sufrir un desgaste y agotamiento físico, emocional y social, que es lo que conocemos como el síndrome del cuidador quemado”.  

En nuestro país hay alrededor de 2 millones de personas dependientes, “si bien la cifra de cuidadores es difícil de conocer –añade el experto-, ya que, a menudo, los familiares ejercen la función de cuidador principal sin que esta actividad quede registrada de manera oficial”.

Aunque cada vez hay más hombres que asumen este rol, el prototipo de persona cuidadora no profesional es el de una mujer de mediana edad, casada, familiar directo de la persona afectada (pareja, madre, hija…), con grado de escolaridad medio, que no recibe ayudas externas y sobre quien recae casi en exclusiva la responsabilidad de supervisar la salud y hacerse cargo de la persona dependiente. 

Desgaste físico y emocional

Esa dedicación y exigencia intensiva pueden comprometer notablemente la salud de la persona cuidadora. Así, el síndrome del cuidador quemado se caracteriza por múltiples síntomas: falta de energía, cansancio y preocupación continua, insomnio, pérdida del apetito y/o de peso, dolores de cabeza o en otros puntos del cuerpo, palpitaciones, irritabilidad y cambios frecuentes de humor, niveles elevados de estrés, ansiedad y/o depresión, apatía, abuso de alcohol, tabaco o de ansiolíticos y antidepresivos, dificultad para concentrarse y para relajarse.

Además, como añade el doctor Maset, “puede aparecer un sentimiento de culpa si no se atiende al paciente o familiar, que lleva a relegar a un segundo plano la propia salud y las actividades sociales y de ocio para enfocarse exclusivamente en el ser querido dependiente. Todo ello lleva a menudo a sufrir tristeza, desesperanza y sensación de aislamiento familiar y social. Incluso, puede perderse el interés en el propio puesto de trabajo y acabar perdiéndolo”.

El riesgo de que la persona cuidadora sufra estas alteraciones aumenta conforme a la edad del paciente o persona con dependencia, su posible actitud, el número de enfermedades que padece, la ausencia de colaboración de otros familiares, la menor capacidad económica y el nivel de formación e información del cuidador. 

“Por tanto, en el papel de acompañar y atender las necesidades de un paciente, es muy importante trabajar aquellos factores que sí son controlables y que pueden resumirse en la idea de cuidarse para cuidar: por ejemplo, reservarse tiempo para seguir hábitos saludables como practicar ejercicio físico de manera regular, alimentarse y descansar bien, relacionarse socialmente y disfrutar de aficiones y actividades de ocio. Igualmente, la colaboración de otros miembros de la familia es crucial para evitar que el cuidador o cuidadora principal se sienta sobrepasado. En caso de no disponer de ese apoyo de familiares directos es recomendable procurar ayuda de otros familiares o de la administración”, destaca el experto.

Diez consejos para cuidar al cuidador:

  1. Infórmate sobre la enfermedad de tu ser querido y sobre los recursos disponibles. Conocer los síntomas de cada fase te permitirá comprender las diferentes situaciones que puedan producirse y ayudarle a sobrellevarlos mejor y, por tanto, reducir tu nivel de estrés. Puedes informarte en los centros sanitarios o en las asociaciones de pacientes relativas a su patología, donde también podrán asesorarte sobre el acceso a posibles recursos económicos, hospitales de día o servicios de relevo, que permiten un breve descanso a la persona cuidadora.

  2. Organízate y establece un plan de cuidados. Gestiona tu tiempo de manera eficiente. Para ello, confecciona una lista de tareas y establece una rutina diaria, fijándote objetivos realistas. Asegúrate de que tu día a día incluye momentos de respiro para ti y aprende a decir no a peticiones que te supongan un desgaste excesivo como organizar comidas familiares, por ejemplo.

  3. Haz equipo. Las tareas pueden repartirse entre varios miembros de la familia. Una manera de pedir su colaboración es redactar otra lista con las tareas en que otros familiares pueden colaborar y deja que elijan qué desean hacer. Por ejemplo, pueden ir al supermercado en tu lugar o quedarse con la persona dependiente mientras vas tú.

  4. Mantente activa y conectada. Si has involucrado a otros familiares o conseguido ayuda, como servicios de relevo, evita dedicar todo ese tiempo a tareas en otro ámbito. Procura reservar momentos para realizar actividad física regular -hasta diez minutos de ejercicio diarios pueden ayudar-, continúa practicando tus aficiones y las actividades que siempre te han gustado. No te aísles, reserva tiempo para relacionarte con tus familiares y amigos y, cuando no sea posible, comunícate con ellos por teléfono o aplicaciones de mensajería. 

  5. No te olvides de cuidarte. No dejes de lado tus rutinas de ejercicio físico y cuida tu alimentación: sigue una dieta saludable, equilibrada y variada, que incluya alimentos de alto nivel nutritivo como las verduras y las frutas. Evita consumir sustancias excitantes, bebe mucha agua y asegúrate de tener un descanso reparador. Si es necesario, establece metas de salud personales como dormir el número de horas necesarias. 

  6. Acude a tus citas médicas. No relegues a un segundo plano tu salud y acude a tu médico o enfermera cuando sea necesario. Recuerda informarles de que eres una persona cuidadora y cuéntales cualquier síntoma de deterioro físico o mental que puedas tener. Vacúnate cuando te corresponda. 

  7. Aprende a relajarte. Por ejemplo, puedes realizar ejercicios de respiración, practicar yoga o taichi o meditar, lo cual no te llevará más de quince minutos al día. La relajación muscular progresiva es otra técnica que puede ayudarte a combatir el estrés.

  8. Reconoce y gestiona tus emociones. Expresa cómo te sientes y acepta, si aparecen, los sentimientos negativos, sobre todo, el de culpa. Conoce tus límites y recuerda que nadie es el cuidador perfecto. En caso de que el estrés se vuelva abrumador y te sientas sobrepasada, busca ayuda de un profesional de la salud.

  9. Fomenta la autonomía de la persona dependiente. Es importante que le animes a realizar por sí misma aquellas tareas que todavía puede acometer por sí misma, para reforzar su autoestima. 

  10. Únete a un grupo de apoyo para cuidadores. Puede ser general o específico para personas que cuiden a alguien con la misma enfermedad o discapacidad que tu ser querido. Podréis compartir experiencias y estrategias para aumentar su bienestar y el vuestro, y sentir el apoyo y comprensión de otras personas que se encuentran en la misma situación.

CinfaSalud: el proyecto de educación en salud de Cinfa

En la web cinfasalud.cinfa.com puede consultarse información sobre distintas patologías y su prevención. También se difunden estos contenidos en los perfiles @CinfaSalud en Twitter, Facebook, Instagram, Tiktok, Pinterest y Youtube.

Cinfa es el laboratorio más presente en los hogares de nuestro país. De 100% capital español y con más de 50 años de trayectoria, cuenta con más de 2.000 profesionales cuya misión es poner a disposición de los ciudadanos tratamientos y soluciones de salud de calidad, a través del consejo de los profesionales sanitarios. Todo ello, con un enfoque centrado no solo en la enfermedad, sino también en la prevención y la mejora de la calidad de vida.