En Pamplona entre 2016 y 2019, las cifras de personas sin hogar se han incrementado en un 46%

Albergue municipal de Pamplona

El Centro de Personas Sin Hogar de Trinitarios y el Albergue de Jesús y María presentaron 3 casos positivos en COVID en 15 meses

En Pamplona entre 2016 y 2019, las cifras de personas sin hogar se han incrementado en un 46%

La pandemia y el confinamiento ha sido un momento muy difícil para las personas sin hogar. La sociedad les pidió algo que no podían hacer: quedarse en casa. Además, todo requería dispositivos y competencias digitales de las que raramente disponían. Así, la necesidad de vivienda y de minimizar la brecha digital de las personas sin hogar son dos de los aprendizajes que las administraciones de todo el mundo desarrollado han sacado en claro de esta crisis. Y lo entendieron desde un primer momento por lo que las entidades públicas se movieron en ese sentido de forma creativa y flexible, descubriendo nuevas posibles prácticas para minimizar esas carencias.

El Ayuntamiento de Pamplona trabajó con esa idea desde el primer momento distinguiendo dos tipos de medidas vinculadas a los distintos momentos de la emergencia. Durante el primer estado de alarma/confinamiento, primero amplió los recursos e inmovilizó en ellos a las personas que los estaban usando. En el segundo estado de alarma, de nuevo amplió las prestaciones, aunque en este caso se permitieron entradas y salidas de personas. Así, entre el Centro de Atención a Personas sin Hogar de Trinitarios y el Albergue de peregrinos de Jesús y María, redefinido temporalmente como recurso de alta exclusión, se pudo atender a 168 y 1.164 personas respectivamente.

Son algunos de los datos que se recogen en el último boletín ‘Bajo un cielo abierto’ que es un observatorio del sinhogarismo en Pamplona que concluye que, lo que nació como medidas excepcionales y, por lo tanto, con caducidad temporal, podría haber abierto un camino de soluciones que explorar de forma estable.

Los especialistas avisan de que las cifras internacionales, nacionales y locales son claras: lejos de progresar en la erradicación de este fenómeno, desde 2016 aumentan las personas sin hogar, tanto en las calles, como en los centros, igualando los peores momentos de la crisis de 2008. En Pamplona entre 2016 y 2019, las cifras de personas sin hogar se han incrementado en un 46%. Y la tendencia general no parece que vaya a remitir a corto plazo. El observatorio europeo identifica las causas globales: falta de acceso o pérdida de vivienda, desempleo –con especial incidencia del juvenil-, recortes en ayudas sociales y obstáculos para acceder a los servicios sociales públicos.

Cuando llega una pandemia

En la COVID 19 las personas sin hogar han sumado, además, factores de riesgo extra, ya que es un grupo de personas que a priori tiene más posibilidades de contagiarse y presentar una evolución de la enfermedad agravada respecto al resto de la población, en gran medida por un estado de salud previo, más deteriorado. Estas personas suelen presentar dificultades para acceder a la atención médica, centros de salud y hospitales, por lo que se han enfrentado a la pandemia en una situación de vulnerabilidad y desigualdad más acusada que en circunstancias normales. De hecho, la derivación de personas con síntomas compatibles con coronavirus fue, estadísticamente, mucho mayor que otros grupos de población, especialmente entre usuarios del albergue de Jesus y María.

El Consistorio, además de reordenar espacios y circulaciones, ampliar camas en Trinitarios y generar 40 plazas para alta exclusión en el Albergue de Jesús y María, amplió recursos a través de pensiones y hoteles. Desde el punto de vista sanitario el Ayuntamiento de Pamplona desarrolló un protocolo específico de ayuda a la detección, derivación y coordinación con otros recursos de la red de salud, así como para la realización de pruebas y rastreo de casos.

Los centros pasaron, como el resto de la sociedad, por un momento inicial en el que no se disponían de pruebas de detección; luego, siguiendo la tónica general, se coordinó con el departamento de salud para el cribado, seguimiento de positivos, aislamiento de casos, rastreo de contactos y control general, hasta llegar a la posibilidad de hacer las pruebas individuales en los propios recursos asistenciales. La realización de pruebas era voluntaria, pero las personas usuarias, mayoritariamente, se las hicieron.

Tres positivos en 15 meses

Entre marzo de 2020 y mayo de 2021 Trinitarios registro tres positivos (dos de ellos asintomáticos y uno con síntomas leves). Jesús y María, ninguno. Las personas con positivos COVID realizaron aislamiento en habitaciones individuales en espacios habilitados por Gobierno de Navarra (hoteles o residencias); también se han utilizado alojamiento de apoyo para el aislamiento de contactos estrechos. En estos meses en los centros se ha realizado trabajo educativo y de acompañamiento para tratar de minimizar conflictos en los centros y prestar apoyo emocional y psicológico a las personas usuarias, así como mantenerlas informadas sobre la situación anómala.

Según las entrevistas realizadas, en general la pandemia no les ha dejado indiferentes, sino que sus problemas los han integrado como un añadido a su situación, aunque reconocen que su modo de vida se ha visto afectado. La falta de acceso a la vivienda era ya, en la mayoría de los casos, un factor previo a la pandemia, pero el desempleo ha afectado en este tiempo al 50% de quienes se han visto en la situación de sinhogarismo. La brecha digital ha sido más patente dado que muchos de los recursos y servicios, tanto los específicos, como los que se ofrece a toda la ciudadanía, pasaron a digital para poderse efectuar sin riesgo.