Irache aconseja asesorarse antes de apuntarse a una academia o curso de formación para empleo

Imagen de Engin Akyurt en Pixabay
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Irache aconseja asesorarse antes de apuntarse a una academia o curso de formación para empleo

Recibe más de 200 consultas y reclamaciones en los primeros meses del año

Durante agosto y septiembre muchas personas comienzan a planificar el año escolar que está por llegar. En función de la situación y objetivos de cada uno, muchos optan por apuntarse a cursos de formación para mejorar su capacitación o poder aspirar a un puesto de trabajo. La Asociación de Consumidores de Navarra Irache recomienda asesorarse antes de inscribirse en una academia o un curso de formación para conseguir un empleo. En lo que va de año se han recibido más de 200 consultas acerca de estos temas.

Algunas de las personas acuden para preguntar sobre la conveniencia o no de inscribirse en el curso o qué cuestiones deberían tener en cuenta a la hora de contratarlo. Otras buscan ayuda cuando ya se han apuntado, han pagado o se han comprometido al pago del curso -habitualmente miles de euros- y han descubierto que no era lo que se prometía o no se han cumplido sus expectativas. En algunas ocasiones se ha conseguido anular el contrato y el consumidor ha recuperado su dinero, pero, lamentablemente, no siempre es así.

La publicidad lo asocia a conseguir un empleo

La publicidad de muchos de estos cursos los asocia a conseguir un empleo y muchos ciudadanos que se inscriben creen que, si hacen el curso, el puesto de trabajo está garantizado. Sin embargo, el contrato solo habla de un servicio de enseñanza. Cuando el consumidor quiere echarse atrás, ya ha firmado y no tiene documentos que demuestren que hubo tal estafa ya que los contratos solo hablan de un servicio de formación.

Diferencia entre lo ofrecido por el comercial y la realidad del curso

Otras veces el problema está en la calidad del propio curso. Generalmente el conflicto se da en la diferencia entre lo que prometió el comercial y la realidad del servicio. No es extraño que verbalmente se dé a entender que es una formación presencial, de máxima calidad, con todas las garantías, con seguimiento y servicio de tutoría y que luego solo se trate de un material y el acceso a un campus online.

Puede pasar que las clases online diarias prometidas en las que podía interactuar con alumnos y profesores sean en realidad la grabación de clases presenciales impartidas hace meses y que no ofrecen ninguna posibilidad de interacción.

Las prácticas no son las prometidas

Otras veces garantizan prácticas en las mejores empresas. Sin embargo, transcurrido un tiempo las prácticas no se ofrecen con la calidad prometida o pasa el tiempo, a veces dos años, y estas no salen. En algún caso se ha conseguido descontar del precio total del curso lo que correspondería a esta parte. Otras veces los asociados han decidido reclamarlo por vía judicial.

Homologación de títulos

Otra cuestión delicada es el carácter oficial o no de los títulos obtenidos. En ocasiones en la publicidad se asegura un título con carácter oficial cuando no es así. Desde Irache se ha reclamado en algún caso que se demostrase esta homologación y, cuando la academia no ha podido hacerlo, se ha anulado el contrato y el consumidor ha recuperado lo pagado. Otras veces ha habido que ir a los tribunales.

Volver a pagar las asignaturas suspendidas

Otro problema está en ocasiones en los requisitos para superar las asignaturas o el curso. En ocasiones, el cliente no los tiene claros y cuando se entera de que tendrá que volver a pagar las asignaturas suspendidas, se siente engañado.

Catorce días para desistir

Cuando el consumidor se da cuenta de que el curso contratado, y por el que ha podido pagar dos mil o tres mil euros, no es lo esperado, en muchas ocasiones ya no está a tiempo de echarse atrás. Si el contrato lo firmó en su casa, contrató a través de internet o fuera de la academia, tiene catorce días desde que reciba el material para echarse atrás. Si ya se ha superado este plazo, puede que la empresa de formación diga que no hay incumplimiento y se niegue a devolver el dinero. Si el consumidor decide simplemente no pagar los recibos de la financiación, puede que posteriormente la financiera se los reclame, quizá con intereses.

En cualquier caso, la empresa tiene la obligación de informar sobre este derecho de desistimiento -siempre que se haya contratado fuera de la empresa-. Recientemente, un laudo ha obligado a una empresa a devolver los 980 euros que había pagado una alumna por un máster. La clienta entendía que el contenido del máster sobre Dirección y Recursos Humanos, cuyo coste total era de 2.600 euros, no era el que se le prometió. Cuatro meses después de comenzar la alumna quiso darse de baja al considerar que lo que se le había prometido no era acorde al temario del curso. El laudo entendió que, como al contratar no se le informó y ofreció toda la documentación sobre el derecho de desistimiento, el plazo para ejercerlo era de un año y obligó a la empresa de formación a cancelarlo y devolver lo que había pagado la mujer.

Para reclamar, debe darse un incumplimiento

Sin embargo, lo habitual es que, cuando el cliente se dé cuenta de que el curso no cumple las expectativas, ya sea tarde para desistir. En estos casos, algunas empresas admiten la negociación para anular el contrato o rebajar el precio, pero generalmente no es así.

Para poder reclamar tiene que darse algún incumplimiento claro de las condiciones que constan en el contrato o incluso en la publicidad del curso. No basta con que las promesas del comercial no se hayan cumplido, ya que no hay manera de demostrarlas.

Si hay algún incumplimiento contractual, se pueden llegar a alguna solución amistosa. Así ha sucedido con cursos que no ofrecían las prácticas prometidas, en los que el número de horas había sido menor al contratado, el título no estaba homologado o incluso en algún contrato firmado por menores de edad. En ocasiones se ha conseguido anular el curso y en otras una rebaja del precio o una mejora de condiciones.

Pida toda la información por escrito y, antes de firmar, asesórese

Por todo ello, antes de firmar la suscripción de cualquier formación, es muy importante pedir toda la documentación por escrito, poder estudiarla detenidamente y, si es necesario, buscar asesoramiento.

Puntos a tener en cuenta

Entre los puntos que conviene tener en cuenta en estos contratos, están:

  • El carácter de los títulos ofrecidos. Hay que asegurarse de su homologación, qué institución u organismo certifica que son títulos oficiales y qué validez pueden tener para acceder a puestos de trabajo o procesos de selección en el mercado laboral.
  • Debe constar la denominación oficial del curso, el número de horas docentes, los contenidos que se van a impartir, la fecha de inicio y finalización y el horario de la formación.
  • Se debe detallar claramente todo el material que se va a entregar al consumidor. También se debe indicar el soporte, es decir, si se trata de material impreso (libros, cuadernos…) o material telemático y la forma de hacer uso de él (mediante un portal web, un usuario y contraseña, material recopilado en dispositivos…).
  • La metodología: si va a haber clases presenciales, online, si hay horarios de tutoría, si hay exámenes, trabajos de entrega…
  • La evaluación. Qué criterios se usan para que el alumno supere una asignatura o un curso y las consecuencias de no superarlo (entre ellas, si tendrá que pagar otra vez para matricularse en la materia no superada).
  • El precio total del curso, desglosado por conceptos, y las formas de pago. Si hay posibilidad de financiación, deberá constar toda la información requerida en este tipo de contratos.
  • La denominación, dirección y localización del centro, el nombre de la persona física o jurídica responsable.